Una experiencia consciente es la oportunidad para ver más allá de lo que nuestra mente teórica llega a percibir. Y es que el conocimiento, sin práctica, no tiene sentido, y nada se aprende ni llega a ser auténtico hasta que no lo experimentamos directamente.
En nuestras experiencias creamos el espacio idóneo para sentir y conectar. Cada una de ellas es especial y distinta, puesto que ninguna experiencia es replicable, y es ahí donde reside la magia, en abrirnos a vivir lo que es y no lo que creemos que es o podría haber sido. Sólo ahí es cuando empezamos realmente a aprender a relacionarnos con lo que está sucediendo en el momento presente.
Cada experiencia consciente tiene una duración distinta, suelen ser de un día entero o bien medio día, con temáticas y objetivos diferentes.